Al escuchar
Ciudad Bolívar, los primeros pensamientos que se vienen a mi cabeza, quizá por
construcciones sociales preconcebidas, engendradas en el cotidiano de lo
popular, son delincuencia, pobreza y violencia; aunque nunca había puesto un
pie allí, ni las personas que me hablaban tan ávidamente de estos territorios
inhóspitos, que se desdibujan en mi imaginario entre la ficción de una novela
narco y la famosa serie de Pandillas, Guerra y Paz.
En este sector
tan estigmatizado por la sociedad, queda uno de los hospitales más importantes
de la capital de la república colombiana, se trata del Hospital Meissen, un
lugar donde todos pueden encontrar una mano amiga que las 24 horas está
dispuesta a ayudar.
Aunque es
dicotómico en este sector, del cual se supondría que nada se puede esperar, se
están realizando importantes avances científicos, con los que quizá no se
cambiará el mundo, pero si se podrá avanzar en materia de bienestar y salud.
Liliana Medina Ferreira
es música de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y, aunque su vida ya es
bastante ocupada, entre los ensayos, conciertos, lecturas y labores generales
de madre, ella decidió dedicar un tiempo de su agenda y gracias a su maestría
en musicoterapia, en emprender la difícil tarea de ayudar a los neonatos y a
las madres de estos, que están alojados en el Hospital Meissen.
Liliana nos
explica que la musicoterapia es relativamente nueva en nuestro país, no hace
más de cinco años que desembarcó y la Universidad Nacional de Colombia, de
donde ella es graduada, es pionera en la materia.
Son las 8: 30 de
la mañana y estamos arribando al Meissen, una construcción de unos ocho pisos aproximadamente, con grandes
vidrios y un aspecto bastante moderno, el cual se ve imponente en contraste con
las edificaciones vecinas cuya aspecto deja ver el paso del tiempo, pintura sin
retocar y grandes manchas grises producto de la polución del sector, son el
común denominador.
Al ingresar al
hospital todos saludan a la doctora Liliana, quien parece ser muy popular entre
el personal que labora allí. El hospital está lleno, hay mucha gente que en
este día busca una mano amiga y la fila es extensa en los ascensores, así que
subimos cuatro pisos a la oficina de salud mental, donde dejamos las cosas que
llevamos encima y nos dirigimos a donde se produce la magia musical, a los
cuartos de maternidad.
Comenzamos el ritual:
Hay una gran
puerta delante de nosotros, Liliana hace unas cuantas señas para que nos dejen
ingresar, en el suelo hay una línea roja que se extiende por todo el lugar, nos
explican que antes de la línea se puede caminar con tranquilidad, que si se
desea pasar, hay que cumplir con unos protocolos específicos de asepsia, los
cuales son el ritual diario de padres, doctores, personal de aseo y en general
de todo el que quiera visitar a los niños que se encuentran allí.
Primero hay que
aplicarse en las manos un gel antibacterial que emana un fuerte olor a alcohol,
pareciera que todo un litro de esta sustancia se hubiera derramado, luego hay
que lavarse las manos con jabón, refregando hasta el más pequeño pliegue de la
piel, y por último procedemos a ponernos una bata grande y amarilla, un gorro,
dos zapatones y guantes. Esta indumentaria me hizo salir de lo cotidiano, del
afán y del estrés, por un corto momento mis pensamientos divagaron y se
concentraron, en lo difícil que debe ser la profesión médica, en salvar, o
perder una vida, en la fuerte carga emocional que acompaña a cada personas que
vela por la salud, de alguien que no conoce, pero que por ese instante se
convierte en su prioridad.
Una cámara, un
pequeño bafle, dos celulares y un palo de agua, es el material que nos acompaña
para que la doctora realice la musicoterapia y nosotros podamos registrar cada
detalle de esta labor, que aunque está inscrita dentro de la medicina
alternativa, comparte y complementa muchos aspectos de la tradicional; como
comenta Dale Taylor en su libro Fundamentos Biomédicos de la musicoterapia
“La musicoterapia abarca al ser humano
de una manera integral, por lo tanto
puede intervenir tanto aspectos fisiológicos, (presión arterial, ritmo
cardíaco, frecuencia respiratoria etc) como psicológicos (ansiedad, estrés,
etc.)” estos elementos pasan por un proceso de desinfección, ya que los cuidados
son extremos, debido a la difícil situación de los pequeños que allí se
albergan, todos son bebés neonatos, prematuros.
En esta locación
se pueden distinguir cuatro cuartos: Básicos, la USI, Intermedios y Aislados.
La USI es el único lugar donde no se puede realizar musicoterapia, porque son
niños en estado crítico y hasta que no superen dicha condición, es peligroso
para ellos cualquier tipo de interacción. Aislados, es otro lugar donde los
cuidados deben ser específicos y no se puede entrar allí, si no se cumplen
otros protocolos más específicos de los ya realizados por nosotros.
Ambiente Sonoro
La doctora
Liliana conecta el pequeño parlante a su celular, mientras explica a las mamás
por qué sus hijos necesitan del canto y la música para curarse. Donde nos
encontramos es el cuarto básicos, allí los cuidados aunque exhaustivos, no son
tan altos como en las otras habitaciones, son nueve niños los que descansan en
este lugar, ninguno supera en tamaño a mi antebrazo, todos se ven realmente
frágiles y aún más, por el entorno en el que se encuentran, las paredes
blancas, las grandes incubadoras, un sinnúmero de cables y muchas jeringas,
hacen que cualquier persona se vea débil.
Cuando un niño
nace necesita estar con su madre, ya que su voz y los sonidos de su cuerpo, lo
acompañaron como panorama sonoro durante los 9 meses anteriores al
alumbramiento, cuando son prematuros, se llevan a entornos donde no pueden ver
a su madre en días, lo cual genera estados de irritación y su cuerpo como
respuesta metabólica comienza a generar Cortisol (hormona producida por la
glándula suprarrenal, que incrementa el nivel de azúcar en la sangre). “Por
medio de la musicoterapia se restablece el binomio hijo, madre y se entablan
lazos sentimentales profundos donde el niño reconoce a su madre y la madre se
aferra a su hijo”, explica la doctora.
Jovany es el primer bebé de la sala, la doctora comienza a
cantar y dice su nombre, pidiéndole a la mamá que también lo haga, para que él
la reconozca y sepa que cuando dicen ese nombre lo están llamando; la ronda
continua con cada una de las madres y sus respectivos bebés. A continuación,
las mamás deben tomar a sus pequeños en los brazos y seguir los movimientos que
una canción les indica:
Voy cantando
voy meciendo
adelante, atrás
hacia un lado, hacia el otro
y de nuevo a mamá
y de nuevo a mamá
Con este pequeño
ejercicio los niños refuerzan su equilibrio, la concentración y sus habilidades
sicomotrices. Dos lágrimas se deslizan por la mejilla de una de las madres, al
ver que en el rostro de su pequeño hijo esboza una gran sonrisa al escucharla
cantar.
A la distancia no
se ve ni un solo hombre, es un matriarcado, sólo mujeres entre doctoras,
enfermeras y madres, dominan el área de neonatos; Martha Lucas, jefe de
comunicaciones, nos indica que esto se debe a que los hombres tienen orden de
ingreso de 10:30 a.m. a 11:30 a.m. Así mismo nos explica que el Hospital
Meissen es pionero en un programa llamado “Puertas abiertas, mentes abiertas”
que busca generar lazos de afecto entre todos los integrantes de la familia,
por lo tanto es el único hospital que deja ingresas a los padres y a las madres
y, adicionalmente, a las 7 p.m. pueden ingresar distintos familiares como tíos,
primos y hermanos del menor.
“Gracias a la
musicoterapia, puedo estar más tiempo con mi hijo, mi amor hacia él crece cada
día, las sonrisas que le roba la música a Giovanni, me han sacado una que otra
vez lágrimas de felicidad y su salud mejora”
expresa la mamá de uno de los niños del cuarto.
De Música a Heroína
Liliana nos
cuenta experiencias increíbles que han surgido a raíz de la musicoterapia, momentos en los que ella y su equipo se
sintieron realmente feliz de dedicar su vida a generar millones de sentimientos
a través de la música. Un día, en el que Liliana no estaba presente en la
terapia sino otra terapeuta, una de las mamás decidió mostrar su talento y con
una composición propia de rap se ganó la admiración de las demás mamás, o
cuando en una ronda colocaron una de las canciones de Fonseca y los niños
mostraron una gran sonrisa de felicidad.
Como estos hay
gran número de momentos que han marcado la vida de esta mujer, quien es una
heroína a su manera, sin lujosos y llamativos trajes, ya que por las normas de
asepsia luce como anteriormente describimos, su poder es la música y con ella
se siente realmente poderosa.
La musicoterapia
también le brinda a las mamás en trabajo de parto herramientas para enfrentar
este momento con mayor empoderamiento, interviniendo en factores físicos como
presión arterial, oxigenación y dolor; y psicológicos como ansiedad y miedo.
La doctora Ruth
López, directora de la unidad de recién nacidos, nos explica que Ciudad
Bolívar, localidad donde se encuentra el Hospital Meissen, es una zona donde la
violencia es un factor común, por esto muchas mujeres que llegan embarazadas en
ocasiones son menores de edad, que no planearon tener un hijo, causando un
nivel de abandono elevado; con la musicoterapia y el plan “Mentes abiertas,
puertas abiertas” se ha logrado disminuir los índices de abandono e incrementar
los lazos afectivos de las familias en general.
De seguro en Colombia aún falta mucha tela por cortar, en cuanto a medicinas “alternativas” o “complementarias” se refiere, pero desde el Meissen, se están realizando grandes logros que ayudarán a miles de personas a mejorar su salud tanto física, como psicológica, no importando si se realiza con música urbana o clásica, la musicoterapia siempre estará dispuesta a salvar vidas.
*Detrás de escena
José Darío Duran
Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia
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