miércoles, 7 de octubre de 2015

Entre la madera y el viento, explorando el mundo del Fagot


El fagot, ese instrumento musical de color rojizo perteneciente a la familia de vientos de madera, que al armarlo representa un tubo largo y que vemos en la mayoría de las grandes orquestas del mundo es en ocasiones, ingenuamente, confundido con el oboe e incluso con el clarinete, desconociendo su importancia en la interpretación de cada pieza sinfónica. Como parte de una estrategia para acercar a los jóvenes talentos colombianos a este fantástico instrumento, el pasado 27 y 28 de julio de 2015 se llevó a cabo en la Casa Liévano, ubicada en la calle 11 con carrera quinta de la ciudad de Bogotá y sede de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, una modesta pero majestuosa exhibición de este fantástico instrumento, de los diversos niquelados existentes, distintas maderas y de la variedad en tudeles y cañas.

Durante dos días los pasillos de la Casa Liévano fueron ambientados por las notas graves y agudas del fagot, fagotto en italiano o bassoon en inglés, interpretadas por algunos músicos profesionales que acompañaron la jornada y por los estudiantes de escuelas cercanas que arribaron para sorprenderse con la grandeza del instrumento, para tocarlo y, además, para aprender sobre su minucioso proceso de elaboración. En medio de un cuarto adornado con fagotes de varios modelos o prototipos y con su agradable sonido de fondo, el cual se convirtió en nuestra banda sonora del momento, conversamos con Bernd Moosmann, constructor, lutier, dueño y director de Bernd Moosmann - Workshop, una fábrica-taller con base en Alemania que se encarga de la construcción de fagotes y contrafagotes así como de la reparación de distintos instrumentos de madera.

Bernd Moosmann en compañía de su esposa en la Casa Liévano
“El sonido del fagot es fascinante, es muy ameno, agradable y, sobre todo, fluido. Es muy difícil explicarlo” contestó Moosman con una sonrisa dibujada en su rostro, pero sorprendido cuando le pedimos que nos describiera el sonido del fagot. Para él, un hombre alto, risueño y con el pelo blanco, describir en palabras la melodía de un instrumento que lo ha acompañado hace más de 20 años, no era fácil. 

Desde el nacimiento de la empresa en 1972, Moosman, quien aprendió la técnica de fabricación de su padre, Albert, se ha caracterizado por elaborar junto con su esposa, hija y el resto de su equipo, instrumentos personalizados que se adaptan a las necesidades de cada mercado o cada fagotista. “Todas las personas quieren instrumentos perfectos, bien hechos. Buscan que el sonido se proyecte muy bien. Una excelente fabricación se logra con una elaboración artesanal” aclara.

Con el fin de mantener la extraordinaria calidad en su taller y estar a la vanguardia de las últimas innovaciones, Moosmann, apasionado por la mejora continua, visita ferias, colegios, universidades, congresos, orquestas, entre otros, en donde se conecta con músicos profesionales, maestros y alumnos en conversaciones donde el fagot, en la mayoría de los casos, es el protagonista. Bajo su ideal, tanto de aprender como de enseñar a otros sobre la cultura del fagot, llegó a Bogotá por primera vez con la expectativa de compartir con jóvenes y adultos su pasión por la música, por el fagot, para que ellos al igual que él se enamoren de su inigualable sonido.

Moosmann Workshop en Alemania 
“He conocido varios intérpretes colombianos del fagot en diferentes lugares del mundo. En especial en eventos de la IDRS (International Double Reed Society) -entidad que se encarga de promover los intereses de los intérpretes del oboe y el fagot y la cual realiza conferencias en países como Australia, Canadá, Japón y principalmente Estados Unidos- donde han actuado de manera excelente. Tienen muchos intérpretes destacados. Muchos de ellos se van a estudiar a Estados Unidos o Alemania. Hay una buena cultura del fagot aquí en Colombia, por eso estoy aquí” contestó Moosmann emocionado después de preguntarle, por curiosidad, por qué había decidido visitar Colombia. Y nosotros, con una gran sonrisa y una risa tímida, aceptamos su respuesta.

Si bien es cierto que los fagotistas colombianos hacen gran despliegue de su talento a nivel internacional dejando el nombre del país en alto en importantes festivales, en Colombia aún la formación musical del fagot, como el conocimiento popular del instrumento, es aún incipiente. “Todavía hay mucha gente que no lo conoce. Cada día hay más instituciones y estudiantes, en ciudades como Bogotá, Medellín e Ibagué, dedicadas a su formación, pero todavía el número es reducido y limitado” asegura el Maestro Leonardo Guevara, Principal de Fagot en la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia desde su constitución oficial en el 2003, con quien conversamos después de la charla con Moosmann para entender más a fondo el papel del fagot en la música sinfónica, en la orquesta y, por supuesto, en su vida. Él ya había tenido la oportunidad de conocer a Moosmann en el 2014 cuando visitó Alemania para recoger el contrafagot Moosmann que había adquirido la Orquesta.

Desde muy pequeño, el Maestro Guevara inició su carrera musical. Primero comenzó tocando  la flauta, pero después, por casualidades de la vida el fagot se convertiría en su mayor pasión. “Mi experiencia con el fagot es muy curiosa. Mi tío el Maestro Ernesto Díaz Alméciga, -violinista, violista, director de orquesta y pedagogo musical, después de haber sido principal de Viola en la Orquesta Sinfónica, director durante varios años de la misma, director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y profesor en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia-, fue el fundador de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Colombia y un amante de que la juventud aprendiera a tocar en una orquesta. Él empezó a reclutar gente. Me oyó tocar la flauta y entré. Pero un día me dijo: -¿chino, por qué no estudia fagot?- Yo en ese momento no sabía qué era” contó el Maestro de manera anecdótica. En aquel entonces, no existían muchas orquestas, y en éstas eran escasos los músicos que tocaban el fagot, de ahí el desconocimiento por el peculiar instrumento.

Leonardo Guevara en compañía de su tío el Maestro Ernesto Díaz Alméciga 

El Maestro Guevara aceptó el reto de su tío, poco convencido de asumirlo: “Yo no lo quería tocar, pero cuando mi primer profesor, norteamericano y primer fagotista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia en aquel entonces, me mostró el fagot, quedé enamorado. Hasta ahí llegó la flauta”. Desde ese momento, se propuso aprender el fagot a toda costa. Ensayaba de día y de noche con un fagot viejo que la Sinfónica Nacional le prestó a la juvenil para que él, el nuevo aprendiz del fagot, pudiera aprender a tocarlo y así completar los fagotistas de la orquesta de su tío. El Maestro Guevara nos confesó, entre risas, que le tocó “hacer maromas”, como dice él coloquialmente, para aprender fagot. Durante dos años viajó una vez por semana a Ibagué donde tomaba clases con un profesor belga. Poco después fue a Venezuela para tomar cursos con fagotistas profesionales y ocho años más tarde entró a la Universidad Nacional a estudiar música, decidido a que su destino era convertirse en un excelente fagotista.

Además de liderar los fagotes de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, hoy en día el Maestro Guevara es un embajador de la cultura del fagot. Realiza frecuentemente conciertos didácticos con Fagotrío, un ensamble de tres fagotistas, Zulma Bautista, Faber Cardozo y él, miembros también de la orquesta, en donde las personas tienen la oportunidad no solo de oír el sonido del instrumento, sino también de conocer sus partes, sus diversos nombres y su relevancia en una orquesta, siendo este último punto uno de los más importantes. Según nos cuenta, “el fagot es el instrumento que le da el bajo a la fila de maderas. Es como el chelo en las cuerdas o como el trombón en los metales. El fagot se mezcla muy bien con muchos instrumentos por una sencilla razón, su tubo largo tiene notas muy agudas y muy graves, es decir, un amplio registro y diversos recursos tímbricos”. 

Gracias a su idea de divulgar la cultura del fagot la visita de Bernd Moosmann, con sus inmensos fagots para exhibir, se hizo posible por primera vez, en donde pudo transmitir su conocimiento a los jóvenes y adultos que visitaron la Casa Liévano. Él, con su sonrisa característica, hizo énfasis en el crecimiento de estos espacios en Bogotá, donde se puede tener un contacto directo con instrumentos de alta calidad. Moosmann y el Maestro Guevara compartieron con nosotros, entusiasmados y llenos de expectativas, que en septiembre del 2016, se realizará el Festival de Fagot en Bogotá con artistas y fabricantes de fagotes de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos.

Leonardo Guevara, Principal de Fagot de la OSNC 
Después de una mañana llena de sonidos, aprendimos que el fagot no es lo mismo que el oboe, que su tubo largo le brinda el amplio rango, que la caña y el tudel varían según las necesidades de cada músico, que juega un papel fundamental en la fila de maderas, que Walt Disney lo utiliza para acompañar las partes cómicas y que, a diferencia de la flauta, el clarinete y el oboe en donde se utilizan solo nueve dedos, con el fagot se usan todos. “Nosotros utilizamos los 10 dedos y a veces no nos alcanza, toca con los pies” concluye el Maestro Guevara.   

Tanto Moosmann como el Maestro Guevara esperan que cada vez sean más los jóvenes decididos a estudiar fagot, porque, tanto en Colombia como en el mundo, el número de fagotistas es reducido y el conocimiento en las calles de la existencia del instrumento es casi nulo. Como muestra de ello, en Europa lanzaron una campaña llamada Save the Bassoon (Salva al fagot) para concienciar a las personas sobre la importancia del instrumento para la fila de maderas y para impulsar el estudio del fagot en jóvenes artistas. La iniciativa, liderada por el fagotista Bram van Sambeek , comenzó en Amsterdam en Junio de este año, pero debido a su gran popularidad se ha expandido a lo largo de todo el continente gracias a una red de jóvenes músicos. Se espera que tanto orquestas como profesionales de la música de todo el mundo se unan a la causa y el sonido majestuoso del fagot, no deje nunca de sonar.

*Detrás de escena
Camila Alicia Ortega

3 comentarios:

  1. Magnifico su trabajo y muy interesante.... casualmente poseo un fagot Schriber que no ejecuto y me gustaría venderlo a un precio muy accesible y definitivamente que músicos como ustedes lo sepan valorar....

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